2024 | NAVIDAD 81 EL RELATO Sin esperar a que llegue el ascensor, rasga el destinatario la solapa, que cede fácil como si la goma del borde solo llevara saliva. Extrae el folio, que se despliega por sí mismo como un acordeón y lee con interés: Madrid, 18 de diciembre de 2024 Querido autor: Nos gustaría reunirnos con usted para celebrar estos veinte años. Nos vemos el próximo viernes en el más allá de los cuentos perdidos. Un sincero abrazo, Ginés Portales “Ya veinte años”, es lo único que acierta a musitar el autor. II Al más al lá de los cuentos perdidos se l lega por las mismas sendas por las que transita la vida de pasados y futuros, de llegadas y partidas, de descubrimientos y olvidos, de inventos y desusos. Uno camina y en el recodo más inesperado surge una fonda de ventanas de madera, restos de nieve en la puerta, hojarasca húmeda sobre el tejado y una chimenea humeante, porque nada es más traicionero que la nostalgia. La puerta, como en los sueños, se abre sola y arrastra, como en las antiguas librerías, las notas disformes de un colgante de tubos metálicos que pende sobre la jamba. Sale de la cocina el mismo posadero que en la primera función de teatro de Navidad en el colegio. —Venía a… —Están al fondo -interrumpe nervioso el dueño de la fonda. Un abeto del que cuelgan inmensas bolas rojas brilla en la entrada, coronada por un televisor Telefunken que lleva varios años emitiendo ininterrumpidamente la carta de ajuste. Tras la barra, una botella de “Soberano” sostiene una serie incompleta del 30.684 que se ha quedado sin vender. Huele a cabezas de cordero asadas y a piel de naranja. Hay villancicos de fondo, seguro, pero el autor no ha reparado en nada. Sólo tiene ojos para la tenue luz que escapa de un ajado portalón de barnices descascarillados, al que se dirige sin saber muy bien con qué afán empujar el pomo. Pero no hay opción. Portales también ha escuchado el tintineo y se aparece servil y emocionado.
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