NAVIDAD 2023

NAVIDAD 2023 EL RELATO 79 antiquísima perteneciente a un belén propiedad de Patrimonio Nacional que nadie sabe por qué está en sus manos y a la que le tiene especial devoción. ¿No era acaso un San José?” “Ha sido Lali Morales, sí hombre, la peluquera de la ministra. Te la tiene jurada porque no dejas que le ponga a la virgen pelo natural”. “Ha sido Conrado Cobo. Te la tiene jurada porque, porque… chico, porque todos te la tienen jurada y es el único que a esa hora estaba en el Ministerio”. “Ha sido Eduardo, ha sido Guillermo, ha sido Asumpta, ha sido Mateo, ha sido Nicolás, ha sido Ágata, ha sido Almudena…” “…has sido tú, por Dios, has sido tú, Portales”, es lo último que escucha nítido el bedel, ya casi a la altura de su mesa. “No hay más sospechoso que tú, que quieres ir devíctima para conel rollo de la intolerancia y la solidaridad garantizarte otros veinte años más de belén. ¿Sabes que ya han revisado las cámaras de seguridad y justo la que enfoca al portal está tapada por un espumillón que tú mismo colocaste anteayer? Qué casualidad, ¿verdad Portales? Imagina que hubiera sucedido algo mucho más grave y no podemos enterarnos por culpa de tus perifollos navideños…” “Pero si el adorno era rojo”, acierta a responder el bedel, desnortado, compungido. “Pero qué memeces dices, Portales”, le responde su interlocutor con desdén. VI Pero no. El color de ese adorno que tapaba la cámara no es ninguna memez. Es una de las claves para entender lo que ha pasado en las últimas horas, en los últimos días, en las últimas semanas, en estos últimos meses en los que Ginés Portales fue víctima de su método, de las encuestas y de la pura y dura aritmética electoral. La noche en la que se anunció el adelanto, Portales no pudo dormir. La fecha fijada por el presidente era el domingo 14 de diciembre, un día antes de la tradicional colocación del belén ministerial: ¡un día antes! ¿Cómoacertar con las figuras, con los ropajes, con los personajes si se antojaba imposible predecir el vencedor en las elecciones? ¿Cómo contentar al clima que se respiraría al día siguiente tras lo que se presumía una noche de recuento muy larga? Azules, verdes, naranjas, morados, rojos, amarillos, blancos, marrones, negros, plateados, dorados, todos los colores hervían en la cabeza de Portales y frente a la vieja Singer de su madre, en la que cosía año tras año turbantes, paños y mantos. Tres veces había ido al comercio de la Plaza de Pontejos, tres bolsas distintas había comprado de hilos, amontonados sobre la mesa auxiliar ante un Ginés que no terminaba de tener claro por dónde empezar. Le rescató de suparálisis el orgullo y el coraje, encendido tras un comentariodeGenaro Iglesias lanzadoenunpasillode laquinta planta y sin anestesia: “Portales, este año, tal y como vamos, veo que vas a tener que poner a San José desnudo”. “Antes que eso, me jubilo”, se dijo, y decidió fiarlo todo a las encuestas. Sobre todo porque, conforme se acercaba la campaña, la coalición de Gobierno parecía enfilar el precipicio ante una oposición que ya nadie dudaba que a la postre iba a conseguir mayoría absoluta. “¿Por qué no pones este año ropajes de muchos colores y así no te complicas tanto?”, le propusobienintencionada su compañera más próxima, Elisa Pradales, en lo que fue, para el bedel, su último momento de duda. “¿Y que parezca un arcoíris?”, replicó Portales ya convencido del todo y con el fastidio de tener que aguantar que “de algo tan trascendental pueda opinar cualquiera”. Heridoensuamor propio, tomóunadecisiónfirme: desempolvó las figuras de mayor porte y, una vez que introdujo la primera bobina azul en la canilla de la Singer, ya no hubo freno. Había que apostar y Portales había decidido jugárselo todo al cambio. Que fuera lo que Dios y los votantes quisieran. La noche del 14 al 15 de diciembre, mientras media España se comía las uñas frente al Telediario, Ginés Portales se afanaba

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