hasta las goteras de las paredes, ya acusaban hasta los marcos de los cuadros, ya despellejaban hasta los pomos de las puertas, ya calumniaban hasta los chirridos falaces de las ventanas. Se ahogaba Ginés Portales camino de su silla de escay porque en cada mesa, en cada despacho, en cada ascensor, en cada sala escuchaba sin oír y oía sin escuchar las carcajadas con las que todos en el Ministerio hablaban ya en ese momento del santo cercenado, siempre con el mismo corolario: “No quiero ni pensar lo que debe estar pensando ahora mismo Portales…” y volvían a estallar las carcajadas. III Portales. En su DNI Ginés Portales Domínguez (San Juan de Aznalfarache, 1962), pero en el Ministerio simplemente Portales y en ocasiones “el de los Portales”, tal era su esencial y genuina aportación a la Administración española. Soltero. 61 años, 39 de los cuales en el mismo Ministerio. Todo había comenzado en los tiempos en que Velasco Verdaguer era ministro y se podía ser tradicional y sindicalista. Alguien de Comisiones propuso que como en cada planta y en cada departamento los trabajadores se afanaban en la decoración con motivo de las fiestas navideñas, era buena idea convocar un concurso anual de belenes, sin más galardón que un diploma simbólico y, eso sí, el indescriptible honor del reconocimiento público en aquella tediosa y diluida grisura funcionarial. Se convocó el concurso durante 14 años seguidos. Se volcaron con pasión muy diversos estamentos ministeriales durante 14 años seguidos. Y aunque en muy distintas ubicaciones y perteneciendo a departamentos diversos, ganó el concurso el mismo funcionario durante 14 años seguidos. Sí, Portales, el ganador fue siempre Ginés Portales, cada año más sublimado, cada año más sofisticado, cada año más elaborado, cada año más envidiado, pero cada año Portales en estado puro. Hubo tensión soterrada pero palpable la primera Navidad en la que cambió el signo político y nombraron ministro a Castillo del Puerto. No le hizo falta emitir directriz alguna. Los sindicatos, ya de otra pasta, aprovecharon para callar por siempre y no hubo ni más concurso, ni más diplomas, ni más belenes pues, sin el aliciente de mojar la oreja a los de las otras plantas y, sobre todo, de hacerle morder de una vez el polvo a Portales, lo de los nacimientos perdió su encanto y desaparecieron de los despachos. Eso sí, por aquello de hacer la transición hacia la aconfesionalidad de una manera ordenada y evitar posibles filtraciones desagradables a la opinión pública, alguien tuvo la feliz idea en la Subsecretaría de mantener un nacimiento en el vestíbulo central y ubicarlo bajo la protección de la escultura del santo patrón, siempre vacunado contra ministros e ideologías. De igual forma, para desactivar internamente la posible reacción furibunda de los activistas navideños, fue designado responsable de dicho belén, cómo no, Ginés Portales. “Felicidades”, le llegaron incluso a decir un par de compañeros en aquel diciembre de hace 23 años, lo que bastó a Portales para confirmar que aquel no sólo era un nombramiento más que merecido, sino además necesario y envidiado, como se demostraría mucho tiempo después cuando amaneció San José decapitado. IV Sobre todo porque el de este año no era un San José cualquiera, tras angustiososmeses de incertidumbre política y las duras presiones a las que se veía sometido el insigne hacedor de belenes. NAVIDAD 2023 EL RELATO 77
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