2024 | NAVIDAD 86 EL RELATO veinte años entre la esencia palpable y la esencia ef ímera de la prensa periódica. III Está ya amaneciendo cuando el autor regresa a casa. Madrid despierta bajo la escarcha de palomas extraviadas y la niebla de alcorques cohibidos. Resuenan los pasos con el eco firme del camino encontrado y la levedad de regresar del más allá ligero de equipaje, desnudo de tantos cachivaches que seguirán por siempre allí guardados y de tantas emociones que vagan en los corazones de aquellos lectores que no dudaron en compartir tras cada lectura sus lágrimas, sus risas, sus melancolías y sus nostalgias. A la llegada, la luz del portal permanece encendida. La puerta se abre automáticamente. Tal vez aún quede en el ambiente algo de magia. Por eso nuestro protagonista no se deja vencer por el cansancio y antes de subir al ascensor se acerca decidido al buzón porque… —Y si tal vez… -se dice Sin querer asomarse por el hueco, introduce la l lave a trompicones, que gira hasta abrir la portezuela, que esconde un nuevo sobre en el que la di rección esta vez sí está escr i ta con bol ígrafo negro; un sobre en el que esta vez arriba a la derecha sí hay sel lo; un sobre cuadrado con solapa de pico y engomado que rasga hasta extraer un trémulo recorte de periódico. Es una foto intrascendente de un árbol navideño en blanco y negro, rodeado de nieve sobre la que brilla el trazo decidido de quien no se rinde, de quien no desfallece, de quien no le cambia el ánimo a la vida, de quien asume el momento y sigue hacia adelante porque, pese a la enfermedad, cada amanecer ofrece mil y una oportunidades. Son cinco palabras de su puño y de su letra, para qué más, cinco palabras sencillas que esconden un inmenso esfuerzo y que encierran la clave que sustenta todo este universo: “Feliz Navidad. Te quiere, Papá” La emoción rinde al autor, sabedor de que no hubo lector más fiel que su padre a lo largo de estos años, de que probablemente él fue el único que leyó y releyó hasta hartarse cada uno de los relatos y que es el único que los conserva impresos, apilados en su vieja estantería, en su más acá de los cuentos encontrados. FIN
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