2024 | NAVIDAD 85 EL RELATO —Cuenta lo que me dijiste aquel día, cuéntalo -le pide el arbitro a Tomás con retranca. —Pues iba este ya con la amarilla en la mano y le dije lo mismito que veinte años antes: “Calla, coño. ¿No ves que es su padre?” -y todos en la sala sueltan una carcajada. Ginés Portales, que había desistido hacía ya bastante rato de permanecer al lado del autor, se acerca de nuevo solícito para captar su atención. —Amigo, te tengo preparada una pequeña sorpresa. Ven conmigo -y le invita a caminar hasta el fondo de la sala. —Sí, sí, la sorpresa, la sorpresa -grita animada la ministra. Como era de espera el bedel, compulsivo, ha hecho de la suyas. Un coqueto belén se despl iega sobre cuatro cajas de cartón, cubiertas de corcho, musgo, pajas y arena. El autor no tarda en descubrir que tiene ante sí el mismo misterio de su infancia, la misma estrel la de cartón y purpurina, el mismo pozo horadado en su base con un cuchillo, el mismo pescador con la caña de la que pende un hilo sacado de la caja de la costura, el mismo Baltasar despintado, el mismo diminuto castillo de Herodes, el mismo Jesusito con el aura extraviada, el mismo San José con un palillo por bastón, la misma mula de orejas gachas y el mismo río que el autor recortaba cada Navidad junto a su madre con papel de plata. Su madre… Nuestro protagonista alza emocionado la vista y Ginés Portales adivina lo que en ese instante pasa por su cabeza: ni más ni menos que el único personaje esa noche ausente. El bedel se atreve a tomar la palabra. —Dije que estaban casi todos. Lo dije, ¿verdad? —Verdad -asiente resignado el autor. —No olvides, amigo, que esto no es otra cosa que el más allá de los cuentos perdidos. Tu madre no está aquí porque tu madre habita en ti, porque tu madre es eterna. —Que así sea -responde esperanzado el autor, convert ido desde ahora y para s iempre en un personaje más de ese universo de hi stor ias tej idas a lo largo de los úl t imos
RkJQdWJsaXNoZXIy NjQ1MTQ=