NAVIDAD 2022

88 NAVIDAD 2022 EL RELATO es más que unmanto de polvo verde y bolas de caucho donde incluso a veces entrenan los prebenjamines del Alburaca. Como ves todo ha cambiado mucho, muchísimo, todo menos una cosa. ¿A que no sabes quién está también todos los martes allí, semiescondido, en un rincón al borde del campo, entre los restos de un banquillo y un árbol despeluchado? Efectivamente, el padre. No falta un martes, ni siquiera cuando llueve. Yo al principio no lo reconocí. Veía allí a un tipo mayor, bajo una gorra, siempre acodado en el mismo rincón y pensé que sería el cuidador del campo. Luego, al cabo de muchos partidos, se salió un balón por aquella banda y tuve que andar buscándolo por entre los aperos allí amontonados. Me estuvo ayudando y después de encontrar la bola, se me quedó mirando y al lanzármela me dijo: “Tomasete, estás lento pero aún te queda mucho toque”. Yo me quedé congelado, pero andaban gritándome para seguir el juego y me volví a la carrera hasta que al instante encajé las piezas. Me giré unmomento yme bastó distinguir los cuadros en la gorra para convencerme de que era él. Desde entonces me he estado fijando en que llega siempre al poco de empezar el partido y se esfumanadamás pitar el árbitro el final. No cruza ni unamirada, ni una palabra con el hijo, pero jamás hemos comentado nada. A veces, las obligaciones familiares dan como mucho para llegar a tiempo al partido y para, al acabar, salir pitando y, cuando cae alguna cerveza, no es momento de tocar temas demasiado trascedentes. Ahora bien, antes de Navidad, a la que terminó uno de los partidos, estaban allí todos revolucionados porque resulta que el chico va a ser padre. Le felicité, cómo no felicitarle, y me salió un comentario del alma: —Tu padre debe estar emocionado -dije inocentemente. —Sí, supongo que lo estaría -me respondió con frialdad. Cualquiera hubiera escurrido el bulto ante aquella respuesta, pero no sé qué me pasó ese día que volví a pensar en aquel hombre que, desde hacía 35 años, se aparecía en el campo para seguir viendo jugar a su hijo sin que este le hiciera el más mínimo caso y no pude más que insistir en la conversación. —Pero qué rollo te traes tú con tu padre. ¿No es ese que está allí al final de la banda todos los días? Es ese tu padre, ¿no? —El mismo -me respondió avergonzado. —¿Y no os decís nada? —Es complicado, Tomás, es muy complicado, no insistas. —Ya, pero no te entiendo. —¿Pero tú crees que es normal que siga viniendo a verme jugar como si tuviera 6 años? —¿Y tú crees que es normal que tú sigas jugando como si tuvieras 6 años? —Me gusta jugar, ¿qué hay de malo? —Y a él verte jugar, ¿qué hay de malo? —Ya no soy un niño. —Él ya es casi abuelo. —Lo que quieras Tomás, pero no sabes nada, Tomás, nada. Yno esmomento ahora de hablarlo. Hay más cosas, muchas cosas han pasado que tú no sabes. —¿Qué cosas? —Pues roces, malentendidos, cabezonerías… Últimamente no nos hablamos. —¿Y tan importante es todo eso como para que ahora que vas a ser padre no intentes arreglarlo? —No hay nada que arreglar, Tomás, simplemente que todo se ha fastidiado, no aguanto sus manías y cada vez que nos vemos termina todo saltando por los aires. Mi madre a veces me llama y charlamos, pero con él no me hablo…

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