NAVIDAD 2022

86 NAVIDAD 2022 EL RELATO sos. Es cierto que ese año íbamos por primera vez segundos o yo creo que ya primeros. Quedaba poco para terminar el campeonato. Tendríamos, no sé, trece o catorce años. Él ya había desarrollado y medía más de 1,80. Me acuerdo que se tiraba la pelota en largo y retumbaba el suelo con cada zancada. Íbamos perdiendo. Lo recuerdo perfectamente. Ellos iban de azul, seguro, porque su misma camiseta la llevaba en la grada un tipo insoportable con un bombo que se pasó todo el partido desgañitándose con el “A por ellos, oé” como si no hubiera un mañana. Era portero el hijo de la Julia, aquel rubiales al que se lemurió el padre un Domingo de Ramos camino del pueblo, en una cuneta en la que estaban cambiando una rueda. Lafuente se apellidaba. Pues Lafuente sacó con la mano y la pinchó el chico enelmedio del campo, se dio la vuelta, se quitó a dos sólo con bailar la cadera, se la tiró larga y desde el borde del área le metió un zurriagazo que tocó el portero y retumbó contra el travesaño. Antes de que los otros montaran la contra ya estaba corriendo de vuelta hacia su campo enrabietado. Yo andaba por el centro. Pasó ami lado con el rostro desencajado. Aquellos campos eran tan pequeños... A la que quise reaccionar ya estaba el balón en el otro área, ya estaba armando la pierna uno muy bajito con el 10 que había estado todo el partido rajando y pegándome rodillazos en la espalda y acordándose de la profesión de mi madre. Trece o catorce años te digo que teníamos y así estábamos ya en el campo. Urbatea. Ahora me vino a la cabeza. Sporting Urbatea era aquel equipo, con aquel 10 exasperante que iba a sentenciarnos a la contra, pero se lo pensó un segundo, sólo un segundo, se la quiso colocar tan perfecta, la quiso pegar tan cómoda, fuerte y plana y que, eso, aún espero a que la pelota deslizara un segundo, lo suficiente para que por detrás tuviera tiempo de llegar el chico, de lanzarse al suelo a la desesperada, de hacer resbalar pierna y cadera entre piedras, arena, hierba y carne abrasada y poner la bota justo por delante para convertir el disparo triunfante del 10 en un vulgar rebote. Y se levantó con la mirada encendida, agujereado el pantalón, saltó por encima del rival y me lanzó la bola al pie. Yo veía venir el balón por el aire y de la impresión de ver que él seguía por detrás corriendo puse la bota fofa y quedó la pelota muerta,

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